lunes, 5 de marzo de 2012

Nueces de Macadamia (9 de diciembre de 2007)

Sólo hay una cosa que hace a todos los días iguales. Y no es otra cosa que ese ingrediente misterioso que los hace a todos implacablemente diferentes. Ese sazonador que a veces, disimuladamente, les va dando un giro casi subliminal, y que en otras ocasiones te golpea violentamente para despertarte del letargo de la rutina, del relajante y cómodo pasar del tiempo.
El día 6 fue uno de éstos, de los que te desperezan, de los que te hacen mirar hacia atrás para revisar el camino recorrido. Y ver a lo que te ha llevado la vida hasta ahora. Tus logros, tus decepciones, tus sueños incumplidos, tus tropezones, y tus grandes victorias. Porque eso que observamos de lejos ha sido todo y ha sido nada. Las ondas de tus acciones aun rebotan por los alrededores y se alejan sin saber bien a quien o dónde acabarán llegando. Pero el paso sigue su ritmo y es obligado volver la vista al frente, apretar los dientes y mirar a los ojos a esta vida llena de reflejos en el agua, danzas de 7 velos y nueces de macadamia.

martes, 26 de abril de 2011

La Marea

No te conozco pero te veo,
No sé tu nombre pero lo intuyo
Sin saber por qué, sonríes
Sin pensarlo te sinceras
Y sin quererlo... te entregas.

Dos almas desconocidas
que se reconocen al cruzarse,
con sus inquietudes y sus ilusiones,
sueños, bailes y canciones,
que se liberan al besarse.

Sí, pero no, quieres volver a verme.
No, pero sí, quieres acercarte un poco más,
Mientras yo me pierdo en tu mirada inefable
Esperando ver dónde me eleva,
ese vaivén interminable
De constantes mareas.

Quizá no sepamos si no,
tal vez creamos que sí
queremos algo que no podemos
o podemos algo que no queremos.
Mientras yo me pierdo en tus ojos tricolor
Esperando ver dónde me llevas,
océano arrollador
De constantes mareas.

lunes, 25 de octubre de 2010

El Fogonazo

Y lo que pudo ser no fue, desvaneciéndose en la incomprensible nada de lo efímero. El estallido de luz se disipó con la misma rapidez del parpadeo, dejándonos apenas unos instantes totalmente ciegos y aturdidos; hasta el punto de hacernos dudar de si lo que vimos acaso fue cierto. Pero el torrente de emociones que provocara son prueba indiscutible de que de haber prendido la llama, sin duda alguna, ésta habría reinventado nuestras vidas. Adiós mi querido fogonazo.

viernes, 13 de agosto de 2010

Espinama

Hoy he presenciado montañas imponentes, lugares insólitos, rincones sorprendentes, rios y lagos espectaculares, vegetación exuberante y paisajes maravillosos. Sin embargo, lo más hermoso y bello del día has sido tú.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Transparencia

¿En qué momento de nuestra vida dejamos de decir lo que pensamos? Cuando somo bebés, tenemos hambre y pedimos comida, queremos mimos y alargamos los brazos. En cambio hay un momento en que las cosas empiezan a cambiar. Ya no todo es tan fácil, aparecen nuevos miedos, anticipamos las consecuencias de nuestros actos, analizamos nuestro entorno, a aquellos que tenemos en frente. Los catalogas, los ubicas en determinadas casillas, para sentir algo de tranquilidad en este universo de pura entropía. Se desarrolla el ego, crecen tus obsesiones. Y poco a poco la relación con los demás se vuelve un baile de marionetas, una farsa, una representación de lo que uno quiere mostrar, de lo que uno cree que los demás verán. De repente decir lo que uno piensa se vuelve difícil, lleno de obstáculos y trampas ocultas. La vida ya es demasiado compleja para hacerlo. ¿O quizá somos nosotros que nos empeñamosen hacerla así?
Nos abruman los pudores y nos ciegan los miedos. Nos bloquean los tabúes y nos guían las circunstancias. Tengo sed. Es muy sencillo. ¿Tienes agua?. Parece que tienes sed. ¿Quieres agua? Cuanta sabiduría en un niño de 3 años. Y encima esa actitud nos hace sentir fuertes y seguros. ¡Cuánta miseria!. ¡Cuánta pobreza de espíritu!. ¿En qué momento oscuro nos toca vivir? ¿Así es el Kali Yuga? ¿Será verdad el fin de ciclo maya? ¿Tendrán razón los Testigos de Jehová? A veces lo parece.
Sin embargo, no hay nada nuevo bajo el sol. Mismas pobrezas, mismos errores. ¿Evolución? La razón afirma: imposible. La esperanza me pide decir: improbable...

lunes, 24 de noviembre de 2008

El esfuerzo contra la barbarie.

Nunca he sufrido el efecto “fan” por nadie ni por nada. Ningún grupo musical me hizo perder el control en mi adolescencia, ni tampoco ninguna actriz o modelo del momento me llevó a coleccionar recortes de revistas. Ni siquiera el fútbol, deporte de masas donde los haya, me hizo perder los nervios o quitarme el sueño cuando mi equipo (porque hay que ser de algún equipo) ganaba o perdía. Me he alejado siempre de las afiliaciones, ideologías y abanderamientos que desde mi punto de vista siempre te reducen el campo de visión y alienan el espíritu.
Sin embargo, este fin de semana, me he acercado mucho a ese sentimiento. He admirado sincera y profundamente el enorme trabajo y esfuerzo de algunas personas, como Fernando Verdasco, ese chaval de 25 años, tenista en el puesto 16 del mundo (que se dice pronto), que tanto el sábado como el domingo tuvo que añadir a los nervios y la tensión propias de jugar un torneo de primer nivel, la indignante, desesperante e injusta bulla a la que le sometió el maleducado público argentino en la Copa Davis. Torneo que por tratar con equipos nacionales en lugar de jugadores individuales, parece que se le tiene que permitir cualquier cosa.
Pensar en las innumerables horas de entrenamiento, en la cantidad de cosas a las que alguien de esa edad tiene que renunciar para conseguir su sueño, cuando resumes el año a entrenamientos y viajes, centros de alto rendimiento, estricto control de la alimentación y del sueño; y sobretodo, en la enorme fuerza de voluntad para llevarlo a cabo, para seguir día a día durante años a ese ritmo. Con solo pensar un segundo en todo esto bastaría para enmudecerte y vivir la pasión de tu equipo nacional desde el segundo plano que un espectador jamás debería abandonar. Pero claro, las masas no piensan, ni en Argentina, ni España, ni en ninguna parte.
Dan ganas de no volver a ver tenis nunca más. Es una pena que un deporte como este, caracterizado siempre por un respeto ejemplar entre jugadores y seguidores, se vea infectado por esas maneras tan propias del fútbol, ese deporte devaluado como rentable que se ha convertido en desahogo de las frustraciones e infelicidades de tantos. Es una pena que la Federación Internacional de Tenis, se deje llevar por ese histerismo futbolero de manos de escandalosos, maleducados e ignorantes, y deje convertir un torneo de tenis en una fiesta de gritos y bocinas sin control.
Lo siento, no hay excusas. Ni porque sea la Davis, ni porque sea Argentina, ni porque la abuela de Djokovic fuma.
Me pregunto qué se le pasaría por la cabeza a Pascal Maria, ese francés tan serio, árbitro educadísimo de los principales torneos internacionales. Ver la violación de su deporte de forma tan impune. Yo sólo le veía cada vez la frente más arrugada y el gesto más torcido.
¿Y Fernando? Después de conseguir ganar a pesar de todo. Lo más blando que se me pasaría a mi por la cabeza es “joderos todos, acémilas descerebradas, animales de bellota, salvajes ignorantes”. Qué satisfacción tan grande, conseguir superar la presión, controlar los nervios, acallar la indignación, mantener la concentración en un entorno imposible, recordar la técnica, dejar fluir los movimientos aprendidos y guardar algo de lucidez para los momentos clave. Qué alegría que, a pesar de todo, consigues ganar, hacer realidad tus sueños más atrevidos.
Toda una lección para los que quieran algún día perseguir su sueño, y para todos aquellos que únicamente pasan la vida agitando banderas sin pararse a pensar un segundo en lo que están haciendo.

martes, 11 de noviembre de 2008

El poder de la Otra Conciencia

Hoy es de esas tardes en las que alguna parte de tu inconsciente ha decidido por cuenta propia que hoy ya has trabajado suficiente. Te empeñas en centrarte para dejar trazadas las ideas generales de aquello que sabes que en algún momento debes empezar; en quitarte esa tontuna que te pidió el delegado de turno; o al menos en repasar alguna información que sabes que será útil para tomar algunas decisiones. Pero no, nuestro amigo oculto, desde lo más profundo de la maraña de neuronas conspira contra ti.
Recuerdas aquellas semanas de exámenes de tu época de universitario en las que cualquier acontecimiento por nimio que fuese, se convertía en la cosa más interesante del Universo. Un pájaro pasa volando por delante de tu ventana, oh, sorpresa, ¿a dónde se dirigirá? ¡Ah!, mira, se ha posado en ese poste. Qué poste tan curioso. ¿De dónde vienen los postes de la luz? ¿Son árboles muy rectos o los moldean así? La verdad es que mira que somos arcaicos todavía llevando los cables de esta manera. Estoy seguro que si me pongo podría idear un sistema para.... ¡Coño, estudia! ......... Huy!, qué hambre más extraño me ha entrado de pronto, voy a echar un vistazo en la nevera.
Después de abrir y cerrar 3 veces la puerta de la nevera y corroborar que no hay nada que realmente te apetezca, decides ya que estás abajo darte una vuelta por el comedor, la salita, el aseo, el garaje.... Más tarde que pronto te empiezas a preguntar qué cojones haces dando tumbos por la casa cual vigilante de seguridad con insomnio. ¡A estudiar! ..... El teléfono suena, corres casi desesperado a cogerlo. NADIE puede cogerlo más que tú. Te abalanzas sobre el aparato como si su vida dependiese de ello. No es para ti, increíble, habrías apostado tu brazo derecho a que así era. Sin embargo, nunca te había parecido tan simpática la amiga gorda del trabajo de tu madre. Pasas 10 minutos hablando con ella. ¿Se ha dado cuenta alguna vez la cantidad de postes de luz que se necesitan para iluminar todo un pueblo? Cuando ya no sabes cómo alargar la conversación y la amiga de tu madre se comienza a pensar que sufres una grave falta de afecto, le confiesas que tu madre no está en casa y que debes volver al estudio.
Estudiar.... Un insecto pasa cerca de ti. Lo oyes pero no lo ves. No necesitas saber más. Tu misión es dejarlo fuera de juego. Un coche pasa por la calle, NECESITAS ver cuánto suma la matrícula, tu padre pasa a menos de 15 metros de ti, ¿Quieres algo? Iba al baño, normal, todo el mundo necesita ir al baño. La cadena de pensamientos te lleva a elaborar una intrincada teoría existencialista basada en la regularidad de las inevitables necesidades fisiológicas y cuando recuperas la cordura te das cuenta de que ya es la hora de comer. Buf... estás agotado. Estudiar cansa tanto...
Después te haces mayor y te das cuenta de que eso te ocurre cada vez que esa Conciencia interior con personalidad propia decide que no vas a hacer lo que te has propuesto. Y hoy, mi Conciencia ha hablado. No hay nada que hacer.